lunes, 26 de enero de 2015

Palabras envenenadas (Frases)

  • Ahora convive con las pastillas, ha olvidado las copas engañosas y ya no piensa tan a menudo en el suicidio.
    Pero no está bien.
    No lo estará nunca.
  • Ahora ya no se hace fotos. No quiere ver la imagen que capta el objetivo.
  • Hay momentos en que la premura por salvar una vida borra por un instante su propia agonía.
  • No me había dado cuenta nunca del valor de un paseo, de la delicia del aire cálido de la noche veraniega, del placer de un baño o del gusto de sentarse a la mesa comiendo una tortilla de patatas. Cuando todo esto se tiene a manos llenas, no se aprecia. Y a pesar de mi relativa felicidad yo estaba impaciente por ver el sol. Tres años sin ver el sol. Sólo intuyéndolo por la rendija del techo. Le supliqué, lloré y juré que no escaparía, pero que quería volver a sentir el sol en la piel.
  • Estoy muerta y no debería haber intentado ponerme en contacto con los vivos. Aquí es el lugar donde me corresponde estar, dentro de un zulo, abandonada, a oscuras, como un animal.
  • Era generosa regalando abrazos, caricias y besos. Siempre estuvieron unidas, muy juntas, piel a piel, sintiendo su olor tibio, el calor de su mano, el latido de su corazón. Habían sido un mismo cuerpo y habían compartido una misma alma.
  • El mundo está lleno de cretinos, pero nadie los sabe reconocer.
  • Quiero aplacar la desazón, borrar la angustia, pero en vez de saciarme cada vez tengo más hambre.
  • Tener hambre y no poder comer es morir un poco cada minuto, cada segundo.
  • No quería seguir conviviendo con esa ansiedad permanente.
  • Y de golpe, se da cuenta de que está muy nerviosa. Porque la vida le ha regalado una segunda oportunidad. Puede recuperar una parte de ella misma.
  • Quizás el dolor acumulado pesa y termina por aplastar la resistencia de cualquiera.
  • Por eso no mide las palabras y de vez en cuando se va de la lengua y deja caer palabras envenenadas que corren por las venas , como un cáncer maligno, hasta llegar al corazón y matarlo. Palabras afiladas como cuchillos que la hirieron tanto.
  • Necesita agua para refrescarse y despertar del atontamiento de las pastillas.
  • Deja que el agua se deslice por su cuerpo y le lave la tristeza.
  • Está condenada a convivir el resto de su vida con la duda permanente.
  • Cuando recuerda esos episodios del pasado se irrita tanto que desea hacerse daño.
  • La muerte debe ser dulce, piensa a veces.
  • Pero quien no quiere ver no mira. Tampoco me miró demasiado el día que me vio el cuerpo lleno de moratones y las heridas de los brazos que me había hecho yo misma para aplacar el dolor que sentía.
  • Me sentía sucia, muy sucia y cuanto más me lavaba más sucia me sentía.
  • El mundo que yo creo libre es una telaraña que encarcela mis gritos. Me he resguardado en el silencio. Sin esperanzas, he perdido el miedo.
  • ¿Sabes cuál es la diferencia entre un adicto y un enfermo? Que el adicto puede dejar de serlo en cualquier momento y el enfermo no. Es tan sencillo como chasquear los dedos y decir basta. Se acabó.
  • No estoy sola, me digo, hay alguien que lucha por mi, que no quiere que me hagan daño.

Palabras Envenenadas (Reseña)



Título: Palabras envenenadas.
Autor/a: Maite Carranza.
Editorial: Edebé.
Género: Drama, Juvenil, Intriga, realista.
Editorial: Edebe
Nº Páginas: 252
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Serie: Libro único.
Fecha de publicación: Junio de 2011

Palabras envenenadas es una crónica de un día trepidante, vivido a contrarreloj y protagonizado por tres personas cercanas a Bárbara Molina, desaparecida misteriosa y violentamente cuando tenía quince años. Un enigma que, después de cuatro años sin resolverse, va a verse sacudido por nuevas claves. A veces, la verdad permanece oculta en la oscuridad y sólo se ilumina al abrir una ventana. Una historia de mentiras, secretos, engaños y falsas apariencias que pone el dedo en la llaga sobre mitos incuestionables. Un relato apasionante que disecciona la hipocresía de la sociedad española moderna. Una denuncia valiente de los abusos sexuales en la infancia, sus devastadoras consecuencias y su invisibilidad en este acomodado mundo nuestro.

El libro comienza relatando la dura realidad con la que vive Nuria Solís, la madre de Bárbara. Tras el secuestro violento e inesperado de su hija, ella se mantiene viva gracias a antidepresivos y múltiples fármacos además de consultas psiquiátricas. Su marido, Pepe Molina, es quien toma las riendas de la familia y el único que actuó con responsabilidad.
El Inspector Lozano, es el hombre encargado del caso de Bárbara. Sin embargo, ese mismo día debía jubilarse después de tres años trabajando pacientemente en busca del secuestrador. Molesto por no haber tenido el tiempo suficiente para cerrar el caso, vuelve a analizar todo, presentándonos a dos de los hombres más sospechosos, un profesor de historia y un joven adulto de unos 23 años.
Eva Carrasco, juega un papel importante en la historia, tras recibir una llamada de su ex-mejor amiga Bárbara.
Es ahí donde empieza la historia y poco a poco presentan la cruel situación a la que está sometida, además de los acontecimientos pasados que provocaron dicha situación.

Nada más empezar a leer el libro me sorprendió la forma en la que estaba narrada. En primer lugar, la ausencia de diálogos. Al principio, me resultó extraña ya que era el primer libro que leía con esas características, pero no tardé en acostumbrarme. No puedo decir si me disgusta o no, en algunos momentos sí, ya que resultaba confuso, pero tampoco era un inconveniente en la mayor parte del tiempo.
El libro está narrado en tres partes, algo que me ha gustado mucho, (sobre todo la última parte, la cual crea tensión al saber la verdad y querer adivinar como acabará todo)
Sin duda, la forma en la que Maite Carranza nos cuenta a través de su historia la realidad que viven muchas mujeres en la sociedad moderna, es espeluznante y a su vez enternecedora. Vas creando un mundo de sospechas hacia varios personajes, pero he de confesar que en mi caso, sospeché de un personaje en concreto, y fui por la dirección correcta. Una vez supe quien era el culpable, sin duda alguna me sorprendió.
Me ha gustado como se presentan muchos de los personajes. A lo largo de la historia la autora profundiza en cada uno de ellos, mostrando sus debilidades, sus miedos y sus deseos, a demás de razonar porque cada uno actuó de una forma ante el secuestro.
Bárbara Molina y Nuria Solís son los personajes que más me han gustado, en el caso de Bárbara la presentan como una adolescente rebelde, con problemas típicos de la edad, pero luego la realidad es otra, vive sufriendo y eso en cierto modo me encariñó con ella. Y Nuria solis es el personaje que más evoluciona según ocurren los acontecimientos. Diría más detalles, pero es mejor leerlo para comprender la actitud de una madre frente a un problema tan serio.
Cuando llegaba el momento de leer lo que cada una de ellas sentía en el momento o en los acontecimientos del pasado, yo ya me preparaba para sentir dolor y odio al saber que en la actualidad existen muchas mujeres viviendo en esas mismas condiciones tan dolorosas. Lo único que no me ha gustado, es que el final me ha parecido un poco precipitado, pero eso es solo mi opinión. Por lo demás, un libro corto que se disfruta mucho.

Un desenlace sorprendente, lleno de acontecimientos inesperados. Un verdadero detalle que Maite Carranza haya escrito esta novela dedicada a cada una de las mujeres que sufren.